El peso mexicano culminó el martes su peor año desde la crisis financiera de 2008 debido a las preocupaciones sobre el rumbo de la segunda mayor economía de América Latina tras las elecciones presidenciales de México y Estados Unidos.
La moneda, que hasta hace unos meses era llamada por algunos con el mote de «súper peso» por su estabilidad frente al dólar estadounidense, cerró el año en 20.8197 unidades con un retroceso acumulado de un 22.8%.
Se trató de su mayor perdida porcentual desde que el colapso de las hipotecas subprime en Estados Unidos desató una crisis bancaria en 2008 derrumbando a los mercados globales. Ese año, el peso se depreció poco más de un 25%.
La moneda mexicana, que llegó a fortalecerse en abril a 16.2559 -un récord en casi nueve años-, comenzó en junio un rápido deterioro tras la aplastante victoria de Claudia Sheinbaum y su partido Morena en los comicios locales que dio pie a una serie de polémicas reformas, vistas por el mercado como una amenaza para el ambiente de negocios local.
El posterior triunfo electoral de Donald Trump en noviembre exacerbó las preocupaciones sobre el futuro de la economía mexicana ante el temor de que sus políticas proteccionistas puedan poner en jaque el comercio con Estados Unidos, uno de los pilares de la actividad productiva de México.
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