Por Ivette Estrada
El emprendimiento incide en la innovación y el crecimiento empresarial. Sin embargo, existen países y localidades donde aparece “naturalmente” y geografías donde su inmersión es reticente y escasa.
¿En qué tierras flore el emprendimiento? Todo nos remite a las normas sociales.
Los factores culturales determinan el grado de innovación y formación de nuevas empresas. Se basa en el concepto de estrechez-laxitud cultural donde se determina el grado en que las sociedades tienen normas flexibles que toleran la ruptura de las reglas y la expresión individual.
Así, las sociedades con normas sociales más laxas tienden a fomentar tasas más altas de emprendimiento y fomentar la toma de riesgos individuales e innovación». Es lo que priva en países como Estados Unidos y partes de Escandinavia.
La relajación cultural, incide en las actitudes sociales hacia el emprendimiento y la formación de nuevas empresas. Entonces las sociedades que apoyan la expresión individual y asumen riesgos suelen estar mejor posicionadas para impulsar la innovación y generar nuevas empresas e intraemprendimiento.
Las normas sociales más laxas, de manera simultánea, inciden en mayor proclividad a la creación, innovación y generación de soluciones desde la perspectiva individual.
En contraparte, los estados con normas culturales más estrictas, donde se prioriza la estabilidad y conformidad, tienden a ver niveles más bajos de innovación y actividad de startups.
Es verdad que el desarrollo económico, regulaciones gubernamentales y políticas son cruciales para catapultar o no la creación de startups, pero rara vez se asume el rol protagónico que ejercen las normas sociales informales en la configuración de los ecosistemas empresariales y en nuestra propia capacidad de idear soluciones y plantear esquemas de negocio a partir de ello.
Ante la rigidez cultural que actúa como una barrera para la innovación y la formación de nuevas empresas ¿qué podemos hacer?
Generar incubadoras y aceleradoras de startups, pueden crear microculturas de apoyo en entornos más restrictivos. Al crear espacios que celebran la experimentación y la innovación, estos programas ayudan a los fundadores a navegar e incluso superar las normas sociales restrictivas.
Es necesario crear un clima de respeto a las ideas de los otros, abrir márgenes de tolerancia a los errores y premiar las iniciativas. A nivel personal, el salto a la innovación puede comenzar a generarse desde una sencilla premisa: “que tal si …”. Actúa como un desbloqueo del miedo a fallar o equivocarse. Y es un permiso tácito a generar rutas nuevas.
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